Una firma digital es un mecanismo de asociación de una identidad a un documento digital, que puede o no usar funciones criptográficas y que permite entender al receptor de un documento firmado digitalmente que dicho documento se asocia presuntamente con la identidad que aparentemente se vincula con el.
Según los procedimientos de aseguramiento de la identidad y de manejo de la integridad del documento, la firma digital será más o menos robusta, y la presunción más o menos respaldable con las evidencias digitales gestionadas.
Es aconsejable que un tercero de confianza con rol de auditor audite, analice y valore las técnicas utilizadas en un sistema que gestione firmas digitales para certificar que sea un mecanismo idóneo según el contexto de uso y las necesidades probatorias de las partes.
Si en los sistemas de gestión de identidad se utiliza la biometría, el sistema de firma digital se asocia a personas físicas y podrá ser especialmente adecuado para vincular los documentos electrónicos a actuaciones personales.
Para que el empleo de técnicas biométricas no se lleve a cabo sin conocimiento y control del firmante, es preferible elegir sistemas que permitan acreditar la prestación del consentimiento y la voluntariedad de la firma. Entre las más adecuadas pueden estar las firmas vocales y las de trazo escrito. Y entre ellas, la de trazo escrito puede ser la más adecuada en contextos en los que el usuario deba ser consciente de su vinculación al documento, por la similitud con las tradicionales firmas sobre documentos en papel.
En todo caso, la información captada debe quedar adecuadamente protegida para evitar falsificaciones y exposición de información que merezca la protección que impone la LOPD (Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal)
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